15/1/11

De dioses y hombres

Es una gran película, pero no una película para grandes públicos. Está más cerca de Dreyer que de Hollywood. Ese monasterio en el Atlas es, casi, un espacio abstracto, el espacio del alma donde se juegan las cosas verdaderamente importantes.
Una gran escena: el momento en que los monjes saben que no tienen oportunidad alguna, que van a morir. Aceptan la muerte y, alegres y tristes, escuchan El lago de los cisnes mientras se beben un buen vino. Dioses y hombres.
Otra gran escena: el helicóptero. A mí me evoca Apocalypse Now y el momento de La cabalgata de las Walkirias. Pero aquí, lo que suena mientras una ametralladora planea sobre el convento, es un canto gregoriano.
Sobriedad en la puesta en escena, contención emotiva, grandes silencios contemplativos. Y, con todo, conocemos a cada monje, con sus dudas, temores, debilidades, vacilaciones, miserias.
Como pájaros sobre la rama de un árbol que no saben si echarán a volar.
Hasta que descubren que ellos son la rama que sostiene a todos los demás.
Si queda en Hollywood gente que sepa de cine, cine como Arte, ganará el Oscar. Fijo. Y lo siento por También la lluvia. Por buena que me parezca la española, por muchos juegos metacinematográficos que tenga, todavía hay clases. Y De dioses y hombres está en la aristocracia.

2 comentarios:

Pierre dijo...

Y al final te gustó?

Individuo Kane dijo...

Bueno, claro. No sólo no me gustó sino que me parece una obra maestra, de esas que se hacen cada muy poco tiempo.
Hay algún episodio, como el de los obreros croatas, que me parece una concesión un poquito comercial (sólo un poquito). El resto es cine puro, denso, imagen total. No necesita apenas de palabras para expresar todo el contenido