7/12/10

Caprica

Caprica es una precuela de Battlestar Galactica. Acontece 58 años antes de que los cylon se alcen en armas contra los humanos, en el momento en que industrias Graystone está desarrollando su primer robot.
Los tres primeros capítulos me parecieron muy interesantes, con ideas sugerentes acerca de lo que es persona, memoria, sentimientos. La realidad virtual que proporcionan las holobandas era un terreno muy sugerente: el perfectísimo avatar de la protagonista quedaba viviendo en el mundo virtual mientras ella moría. ¿Podría reinstalarse en un cuerpo? ¿Y qué clase de cuerpo?
Después, la más alucinante caída en picado que he visto en una serie. Aburrida, con cantidad de tramas sin utilidad. Tamara y Lacy son absolutamente irrelevantes, sus respectivas historias en el mundo virtual y en las sectas fanáticas no sirven para nada ni afectan a la historia principal. Lo mismo cabe decir de la trama de mafiosetes de los hermanos Adama en plan El Padrino (lo de los tauranos preparando espaguetis es demasiado). Y todo el rollo de política empresarial está bien para un capítulo, pero no para 10.
Así que, como aburría, la audiencia cayó y acabaron la primera temporada deprisa y corriendo, cerrando en un capítulo final muy confuso. Qué pena. Qué forma de arruinar algo tan prometedor.
Lo peor es que está a punto de ver la luz una nueva serie ambientada en el mundo de las 12 colonias de Kobol: Battlestar Galactica: Blood and Chrome. Y me temo que la veré.
Lo mejor de Caprica era la voz de la protagonista (Alessandra Torresani), una chica de aspecto dulce con un tono que ya le habría gustado a Lauren Bacall. Y para el robot queda muy bien.
Eso decimos todos. Esta frase religiosa empleada por los humanos politeístas en Battlestar Galactica, resulta que en Caprica la usan los monoteístas. ¿Qué pasó? ¿Los guionistas no vieron la serie original?
Pues eso decimos todos.

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