20/10/10

La vía láctea

Esta película está a medio camino entre el cine cómico tradicional y la comedia romántica americana de los años 40 y 50. Su valor reside en esa transición.
Y tiene valor no sé si por Leo McCarey, que era un tío muy habilidoso para dirigir cualquier cosa que le cayera en las manos, o por Harold Lloyd que, aun en decadencia, conserva recursos llamativos.
El punto de partida es original. Un lechero tiene ciertas habilidades. Ha recibido tantos palos en la vida que ha desarrollado la capacidad para esquivar golpes, puñetazos y cualquier cosa que le lancen. Así que, cuando un boxeador se pone borde con su hermana, él le hace frente y logra tumbarle.
Ahora salta a la fama, conoce a una chica, le organizan nuevos combates y la fama se le sube a la cabeza. La película es un apunte de lo que podría haber sido. Apenas explota esa capacidad de Harold Lloyd. Cuando lo aprovechan, crea los mejores momentos: la secuencia de la habitación en la que todos intentan pegarle o la de la aristócrata que con un par de lecciones aprende también a esquivar.
El guión se queda lejos de lo que debiera haber sido y aún más lejos de lo que Harold Lloyd fue.

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