30/8/10

Conocerás al hombre de tus sueños

La verdad es que no voy a comentar mucho de esta peli. Es muy discreta y ya está. Pero me da pie para hacer una digresión, si me lo permites. Bueno, es mi blog así que no te queda otro remedio.
Hay dos clases de películas a las que procuro ir cuando sé que habrá poca gente.

La primera clase son ese tipo de películas que llevan el sello de cinefilia intelectualoide. Pongamos por caso a François Ozon. La sala de cine parece convertirse en un velatorio. Como si a alguien se le hubiese muerto un gato. Es una sensación rara. Como estar en el templo de una religión extraña y fuese a acontecer la epifanía de un diosecillo chorra. La gente entra estirada como si llevase un palo de escoba instalado incómodamente en alguna parte. O quizá es, sencillamente, que acaban de meterse una raya, y no aciertan ni a encontrar cuál es su butaca. No sé. Además, me paso la película preguntándome si me esperarán a la salida para tratar de convencerme de que me afilie a un partido marxista.

La segunda clase son las pelis para adolescentes (terror, acción...). Cuando vas por el pasillo oyes tal follón que piensas que la película ya habrá empezado. Y no. Todavía faltan diez minutos. Pero el jaleo ya es brutal: hay líquidos y palomitas desparramados por el suelo, las fundas de las pajitas vuelan en todas direcciones, la gente discute en qué orden deben sentarse para estar cerca o lejos de alguien. Lo único extraño es que no haya ya sangre empapando las moquetas de paredes y suelo. Y si en la peli aparece la prota con un escote pronunciado se celebra como si hubiésemos ganado el Mundial. Otra vez.

En cambio sí me gusta ir a ver las películas de Woody Allen cuando hay gente. Para empezar todo el mundo habla con el mismo tono y volumen de voz cuando están fuera de la sala y cuando van entrando. Se sientan donde les parece sin preocuparse por la numeración de las butacas. Se saludan entre sí porque, fíjate, algunos son conocidos o vecinos o amigos, que también han ido a ver a Woody Allen. Qué coincidencia. Intercambian unas pocas palabras amables con quien tienen al lado. Las edades van de los 20 a los 70 años. Y, atención, porque esto es importante, la gente se ríe en los momentos oportunos. No se ríen por gilipolleces o por una salida chusca. Se ríen ante un diálogo con cierta dosis de inteligencia o ante una situación lograda. Son capaces de celebrar el ingenio.

En fin, que aunque la película sea tan flojita como ésta, y Woody ya lleva varias seguidas, creo que hay que reconocerle al director su capacidad para situarse en el punto justo entre los orcos y los pedantes.

5 comentarios:

edp dijo...

Bueno, bueno, yo he ido a sesioes para todos los gustos. Eso sí, nunca he visto tal hermanamiento en una sala de cine como en el descanso que hacían entre los rollos de Magnolia. Los que salimos al pasillo nos mirábamos unos a otros sobrecogidos.

edp dijo...

Y hoy ya la he visto y me lo he pasado genial. Realmente creo que funciona todo (ritmo, planificación, música, intérpretes), otra cosa es que no cuente una gran historia. Lo de siempre, vale más Woody Allen no inspirado que el 90% en plena forma.

Individuo Kane dijo...

En realidad yo creo que no cuenta casi nada. No es un drama como "Match Point" o "El sueño de Casandra". Va más en la línea de la comedia y, ahí, le falta la locura desatada de sus diálogos que sí estaba, al menos, en "Si la cosa funciona".
Es verdad que no aburre y que ya ha hecho tantas películas que sabe hacer las cosas aunque esté ciego ("Un final made in Hollywood"). Pero por eso es flojita: mecánica, rutinaria, sin ganas, por que es lo que toca hacer este año.

edp dijo...

A mí me pareció que cuenta y bastante sobre las ilusiones. El tono de comedia agridulce no disparatada también me parece que lo tiene perfeccionado.
Eso, y que después de Vicky Cristina Barcelona me van a parecer todas buenas.

Individuo Kane dijo...

Bueno, si uno tiene en cuenta lo de "Vicky Cristina Barcelona" no hay ninguna duda.