13/6/10

El retrato de Dorian Gray

No hay libros morales o inmorales. Los libros están bien escritos o mal escritos. Eso es todo.
Esta cita se encuentra, junto a otros muchos axiomas sobre el arte y la belleza, en el preludio de la novela de El retrato de Dorian Gray. Como el propio Oscar Wilde explicaba, el artista (el artista, genial, obviamente) puede tocar cualquier tema, ocuparse del asunto más controvertido, zambullirse en lo morboso. Y el resultado será arte. El mal artista caerá en los tópicos, la explicitud, la inmediatez. Así pues, la cuestión no es tanto si algo es moral o inmoral. La cuestión es si está bien o mal escrito.
Y El retrato de Dorian Gray es un gran ejemplo de ello. Pocas obras pueden adentrarse en un mundo tan corrupto, tan decadente, tan malsano sin caer jamás en la vulgaridad. Ese descenso moral de Gray hacia la búsqueda del placer solipsista absoluto le lleva a recorrer los caminos más abyectos.
Oscar Wilde era un genio. El problema de Oliver Parker no es, meramente, que se quede lejos del genio de Wilde. Es que ni siquiera huele por dónde va Wilde. No sabe cuál es la esencia de la obra, el tema central, la raíz antropológica alrededor de la cual gira toda la trama. Parker se piensa que tiene entre manos una historieta de amor y terror (más o menos como Crepúsculo) y, por supuesto, la fastidia bien fastidiada.
Mal escrita. Eso es todo.

5 comentarios:

io dijo...

No he visto la película. No quise. Me gusta demasiado el libro (que, por cierto, me regaló e). Para mí fue una gran experiencia: nunca he disfrutado tanto leyendo algo con lo que estuviera tan en desacuerdo (aunque es absurdo decir que se está en desacuerdo con una historia, seguramente sepáis a lo que me refiero). Da igual hacia qué grado de inmoralidad nos esté llevando Dorian, Wilde lo escribe de forma que cada frase destila inteligencia, ironía de la auténtica (esa que sólo puede venir de una persona brillante). Es un poco como encandilarse de algo horroroso pero ¡tan bonito! A fin de cuentas, es algo así como enamorarse de Dorian.

edp dijo...

Vaya, pues tenía mis dudas, porque el Ernesto que hizo no me desagradó.

Io, en mi caso cuando los libros son obras de teatro sí que busco verlos representados, creo que leer una obra de teatro al fin y al cabo es como leer un guión...

io dijo...

Ya, al teatro sí que iría con mucho menos reparo y muchas más expectativas. Pero el cine es diferente.

io dijo...

de todas formas, "el retrato de dorian gray" no es una obra de teatro, ¿no?

Individuo Kane dijo...

Lo curioso de todo es que "El retrato de Dorian Gray" es una historia moralizante y, en cierto modo, una profecía del propio final de Wilde. Dorian Gray, ahíto de su hedonismo, contempla en el retrato en qué se ha convertido. Y, al destruirlo, queda redimido. Oscar Wilde, en la cárcel, contempla cómo ha destrozado su vida y se bautiza justo antes de morir.
Por supuesto, escribiir una obra tan decadente y moralizante, sin ser explícita en un sentido o en otro, es una maravilla.
Y ese es el problema de la peli.