6/2/10

Tiana y el sapo

De Alaska a Hawai existe mucha variedad en Estados Unidos.
No he estado allí, pero lo he buscado en un mapa y tiene pinta de ser muy grande.
Sin embargo, uno de los lugares más peculiares es Nueva Orleans y pienso que el mayor acierto de la película es situar allí la historia. Mitad americana y mitad francesa, racista e interracial, es el lugar del calor pegajoso, de los pantanos y manglares, de la magia y el vudú, del jazz y el Mardi Gras.
Y, en ese carnavalesco día, empieza la historia de un príncipe que se volvió sapo y de una futura princesa que nos salió rana.
Disney es Disney y no tiene arreglo: historietas sensibleras, didactismo cursi, momentos de lagrimillas, final feliz imposible. Pero no sé si es porque Lasseter está ahí de productor ejecutivo, porque se dan cuenta de que tienen que cambiar o por ambas cosas, la cuestión es que la película se deja digerir.
Bueno, si eres una cría, al final aplaudirás hasta que te sangren las manos.
Al menos eso es lo que vi en el cine. No esperé a la parte de la sangre (soy muy sensible) pero algunas peques llevaban camino de ello.

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