9/1/10

Un tipo serio

Esta película tiene mucho de woodyalleniano.
No lo digo por la cuestión judía y demás. Es, sobre todo, porque los Coen se creen tan geniales que ya no consideran la necesidad de esmerarse en los guiones. A mí esa sensación me ha dado.
Tienen momentos brillantes y geniales, puro cine. Pero llega un momento en que se dicen: venga, hasta aquí hemos llegado. Y, oye, tal cual está, así lo dejan.
Lo mejor de Un tipo serio son esos dos fragmentos que no tienen nada que ver con la película.
El primero es, no sé, un cortometraje o como quieras llamarlo. Un cuento ruso de judíos (narrado en ruso), con algo de Chéjov, con ambientación en la época zarista, colores sepias, formato casi cuadrangular y, en mi opinión, divertido, inteligente, sutil, muy bien interpretado. ¿Que qué cuenta? Vete tú a saber. Puede que algo del destino o puede que prácticamente cualquier otra cosa.
Luego está el cuento del dentista. Una ruptura de la narración que viene muy bien para quitarse de encima la agobiada vida de Larry Gopnik.
Y, cuando llega el final... Vete tú a saber qué cuentan. Puede que algo del destino o puede que prácticamente cualquier otra cosa.
Me gustan los Coen. Pero últimamente creo que se están pasando de listillos.

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