25/1/10

Sobrepasando el límite

Un nuevo superhéroe ha llegado a la ciudad: es el Rectificador y se dedica a destrozar los coches a los que se les salta la alarma.
Y ahí se acaba la gracia.
La idea se pude dirigir de muchas maneras pero al director y los guionistas se les acaban las ideas en la propia presentación. Desde la propuesta inicial hasta la conclusión, el guión se entrampa en vueltas y revueltas, se hace repetitivo, cansino, tedioso. Apenas hay 15 minutos interesantes. El resto es marear la perdiz.
Me gustaba esa idea de la necesidad del silencio en una sociedad que recibe, incesantemente, excitaciones acústicas. En algún momento intentan filosofar sobre ello, pero sin llegar al fondo. Se quedan en la epidermis. De modo que ni ellos mismos saben por qué preferir un momento de silencio al ruido perpetuo.
Me quedé con la sensación de que la propia película es, sólamente, ruido.

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