17/8/09

District 9

Hace tiempo leí el argumento de esta película y, desde entonces, le seguía la pista. Una nave extraterrestre con problemas aparece en Sudáfrica. Los extraterrestres, pacíficos ellos, acaban en un campo de concentración. La manipulación de la opinión pública y los intereses políticos y económicos hacen que la situación de los alienígenas se convierta en permanente.
Se ha estrenado en Estados Unidos con muy buena aceptación de crítica y público.
Aquí se estrena el 18 de septiembre. Al mismo tiempo que Malditos bastardos. La fecha parece una mala apuesta, pero...
Director e intérpretes desconocidos, estilo documental como de guerra en Rwanda y, en fin, una historia de ciencia-ficción que parece novedosa. Parece. A ver qué pasa.

12/8/09

Fotografía y localizaciones

Una de las muchas asignaturas pendientes del cine español es la dirección de fotografía. O la fotografía, de modo genérico. Los directores de fotografía españoles, cuando salen de la tierra patria y dirigen para un director extranjero, son capaces de hacer maravillas.
Pero aquí no se hace porque hay prisas: ya llegó la actriz, pon la cámara ahí, ilumina, rodando. Excepto Pedro Almodóvar y Gustavo Ron no hay directores que dediquen tiempo a planificar, fotografiar e iluminar como Dios manda.
Cuando vi Los abrazos rotos volvió a sorprenderme ese esmero de Almodóvar para que cada plano esté iluminado como él quiere.
Pero las localizaciones en Canarias me parecieron excesivas: demasiado contraste, demasiada fuerza en el color. Esas arenas eran demasiado negras, los perfiles demasiado agudos.
Y como estoy dando unas vueltecitas por Canarias (nunca había estado) me he sorprendido. Es verdad que en la película todo queda más bonito que en la realidad. Al menos a mí me lo parece y creo que debe ser así. Pero lo cierto es que Almodóvar no usa maquillaje digital, trucos de ordenador. Sólo iluminación adecuada.
Pues sí. La arena de la playa es negra, volcánica.
La verdad es que se me hace bastante raro.

4/8/09

El hombre tranquilo

Ya hablé, más o menos, de esta película.
Pero la he vuelto a ver y es lo que pasa con las grandes películas: deberían darlas un Oscar cada vez que alguien las ve.
Cada nueva revisión me descubre algo nuevo: una frase del guión llena de genio en la que antes no me había fijado, la forma de planificar una situación, las expresiones de los rostros de alguien...
Acaban de autorizar el noviazgo entre Sean Thornton y Mary Kate Danaher. Ambos caminan en la carreta, espalda contra espalda, vigilados por Michaleen, borrachín habitual y carabina ocasional. Thornton se rebela contra esa costumbre irlandesa y dice que, en América, le basta con tocar la bocina para que las chicas acudan a él como moscas. Michaleen comenta:
-Ah, América. Llena de tradiciones...
La desventaja de ver películas así es que uno se vuelve exigente.

3/8/09

Arrástrame al infierno

Sam Raimi se abrió un hueco en el cine de terror de los 70. Un hueco muy amplio. Con su Posesión Infernal y asociadas (no se puede hablar de una trilogía propiamente dicha) se dedicaron a poner los pelos de punta a medio mundo.
Luego hizo cosas tan raritas como Rápida y mortal (una del oeste con Sharon Stone en plan pistolera) y alguna fábula moralizante peculiar (Un plan sencillo). Bueno, claro, y luego la trilogía de Spider-Man que pronto será tetralogía.
Le ha costado volver al terror puro y duro. Porque Arrástrame al infierno es lo que yo considero una peli de terror de las de verdad: no demasiado presupuesto, innegable aire de serie B, un lío en el que se meten los protagonistas sin saber el cómo ni el porqué ni cómo salir de él. Apenas hay sangre pero hay unas cuantas cosas asquerosillas.
Y también ese humor retorcido de Raimi: esa mosca que se mete por diversos agujeros del cuerpo humano y sale en el momento más inoportuno.
Y Alison Lohman pasándolo muy mal y gritando aquí y allá.
Porque las verdaderas pelis de terror tienen que tener a una reina del grito. Y Lohman, con su cara de niña pese a tener 30 años encima, lo hace muy bien.

2/8/09

Los Cinco

Una vez más se demuestra lo maravilloso que es internet.
Ayer pude ver de nuevo uno de esos capítulos flipantes de Los Cinco. La serie de los 70, la que yo recordaba. La foto que he puesto es de la serie de los 90 pero, la verdad, parece tan retro como la otra.
Ana era la chica de buen corazón de la que todos estábamos secretamente enamorados aunque siempre resultase un estorbo; Georgina, o George, como a ella le gustaba que le llamaran, era el marimacho; Julian era el mayor y Dick el menor de los chicos y en cuanto a psicología eran indistinguibles: estaban ahí simplemente para ser un génerico par de de varones. Y el perro.
Enyd Blyton los creó. La editorial los recreó como novela de suspense y misterio para niños. Cuando leía los libros, la verdad es que llegué a pensar que se trataba, en realidad, de una serie de recetas de cocina inglesa. Los Cinco se pasaban el día comiendo. Meterse en líos sólo era un paréntesis entre comida y merienda o entre merienda y cena o entre cena y desayuno o entre desayuno y piscolabis. Y venga cerveza de jengibre y pasteles de carne y té de las cinco y galletas de mantequilla y roast beef y crumbles. Yo iba a leer un libro de misterio y acababa empachado.
La serie de televisión se inclinaba decididamente por el misterio. Por un lado sólo tenían 25 minutos para condensar la historieta y, además, supongo que los productores no querían recibir denuncias por alentar la obesidad infantil.
Tras ver el capítulo me quedé perplejo. ¿De verdad me gustaba a mí aquello? Pues sí, como Mazinger Z o Comando G. Tan malo como encantandor, tan patético como nostálgico. En fin. Es como Franco. Te podrá caer mejor o peor, pero si naciste antes del 75 al menos éramos más jovenes.