Lo que más me sorprende de Ice Age es que sigue funcionando sin apenas cambiar los esquemas: una historia sencilla alrededor de la que se pueden articular diferentes tipos de gags, unos personajes fijos y unos personajes variables.
Humor diferente para diferentes edades y gustos, desde el slapstick para peques al humor de situación para adultos. En pocas películas animadas he oído reír tanto a los adultos. En una escena, la seductora Scratte está redecorando con flores una estancia en el interior de su árbol. Scrat arrastra un pesado sofá de piedra bajo la atenta mirada de ella, que no acaba de decidirse por el lugar adecuado para el mobiliario. No hay palabras. Pero supongo que las carcajadas que se oían, evidenciaban muy bien una experiencia bastante universal.
Un personaje interesante: Buck. Una comadreja tuerta obsesionada con dar caza al tiranosaurio/cocodrilo que le sacó el ojo, es decir una especie de Ahab en persecución de Moby Dick. Además de Moby Dick hay referencias literarias a Viaje al centro de la Tierra o El mundo perdido. Y guiños obvios a Parque Jurásico. Y una escena espectacular con tres escenarios en paralelo que recuerda a los montajes de batallas en Star Wars.
El conjunto es indistinguible de las dos primeras partes pero al menos me entretuvo. Cosa que me gustaría poder decir de cualquier película que veo. Es muy duro ir a ver a Francis Ford Coppola y salir enfadado porque te ha hecho perder tiempo, dinero, paciencia... Salir discretamente satisfecho de Ice Age 3... No sé. Me hace sentir sobre la conciencia un enorme carga de culpa, como si yo estuviese engañando a Coppola con otra, cuando en realidad es él el que debería sentirse culpable. Una vez más pienso en Billy Wilder y aquello de que el principal mandamiento del cine era no aburrir.
Pues eso. No aburrir. A partir de ahí, empezamos a hablar.
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