Cuando comenté El apartamento destaqué la importancia del espacio.
De Río Bravo también me fascinó siempre ese aspecto. En la mayoría de las películas, por lo general, no sabes por dónde andan los actores y, si doblan una esquina, puedes apostar a que han cambiado veinte manzanas para seguir rodando en otro sitio.
Howard Hawks se esmeró con esta película. La concepción espacial del pueblo es impecable. Es una calle, sí. Pero las distancias están perfectamente calculadas para los paseos, los movimientos, el granero, el saloon, el hotel, la cárcel... Y va más lejos, porque acabamos conociendo al dedillo, las celdas de la cárcel, la disposición de las habitaciones del hotel, las entradas y salidas del saloon... Todo ello tiene su importancia, su lógica y se adapta a las estrategias de los malos y los buenos. Fascinante.
Volví a verla y reparé también en el comienzo, una impresionante presentación de la psicología de los personajes y del comienzo de la trama sin que se diga una palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario