10/12/08

Mongol

Tengo la sensación de que Sergei Bodrov ha querido acercarse por igual al Dersu Uzala (El cazador) de Kurosawa y a las superproducciones de Hollywood. Ambas cosas le pillan, me temo, igual de lejos. Y, a pesar de todo, saca adelante una película bastante decente. Esto viene a demostrar, una vez más, que compensa tener aspiraciones altas. Como escoge unos referentes importantes para imitar, consigue algunas secuencias logradas y un tono épico.
En algunos momentos era algo así como ver una película de Tintín. Como Temudjin se pasa su vida huyendo y siendo perseguido, una buena parte del metraje transcurre en capturas y fugas. El problema no es ése exactamente.
Hay una serie de componentes místico-esotéricos que vienen a solucionar de un plumazo los momentos en que Temudjin no tiene escapatoria: ¿cómo sale del lago helado?, ¿cómo se libera del cepo que le ata cabeza y manos?, ¿cómo establece esa conexión telepática con su esposa?
Y, sobre todo, cuando uno ya se está frotando las manos para presenciar la multitudinaria batalla final, estalla una tormenta. Todos los mongoles, dicen, temen al trueno. Menos Gengis Khan. Así de fácil gana la batalla.
Bien. Hay que entrar a la idea de que está contando, pues, la leyenda de Gengis Khan, no la historia. En cualquier caso, el recurso místico no deja de ser un modo de escabullirse de las dificultades del guión.
Dicho esto, pasé dos horas agradables: las infinitas estepas de Mongolia, las extrañas costumbres, el exotismo, un ritmo logrado tanto en los momentos de contemplación como en los de acción... La pena es que se queda en lo interesante cuando le faltaba poco para la gran epopeya.

No hay comentarios: