11/10/08

Death Race

Esta película apenas sería reseñable. Da lo que promete, es entretenida y no dura en el cerebro más allá de su visionado.
Pero es una buena prueba de cómo la paternidad produce en las personas efectos absolutamente inesperados, reacciones imprevisibles y formas de expresión de las que posiblemente su responsable se habría arrepentido tiempo antes.
Paul W. S. Anderson y su señora Milla Jovovich han sido papás recientemente. Eso es lo único que explica la escena final de Death Race. Después de ofrecernos durante 100 minutos un apabullante despliegue de salvajes carreras de coches, tiroteos, explosiones, gente decapitada, peleas y asesinatos, llega el momento culmen. Jason Statham escapa, recoge a su niño y dice que, aunque él no es un hombre perfecto, nadie puede amar a su bebito más que él.
Qué tierno. Qué bonito.

No hay comentarios: