19/4/08

Mil años de oración

Es obvio que Wayne Wang se encuentra mucho más a gusto haciendo cosas como Smoke o El club de la buena estrella que con productos comerciales del estilo Sucedió en Manhattan.
Mil años de oración es, para mi gusto, demasiado minimalista. Pero tiene cosas extraordinarias. Como por ejemplo lo mucho que dice y lo profundo que llega con las escasas frases entrecortadas en una conversación inglés-chino-persa. Qué historia tan bonita y tan trágica.
Me desternillé con la secuencia de los mormornes. En cuanto Mr. Shi abre la puerta sabemos que los dejará entrar en su casa (la amabilidad le obliga a la hospitalidad) y que eso provocará equívocos.
-Proletarios del mundo, uníos -dice Mr. Shi-.
Y esos dos jovenzuelos no saben de qué o quién se habla. No saben nada de Marx y Engels. No saben nada del comunismo en el que aún vive inmerso Mr. Shi.
Ironía y crítica. ¿Son Marx y Engels profetas olvidados del pasado? ¿Es América una fábrica de ignorancia? ¿Ambas cosas?
Y, como comentaba ayer en Vexille, hay determinadas formas de expresión orientales que jamás entenderemos. Como esa visión que tienen acerca de las desproporcionadas consecuencias de nuestros actos. Bien, de eso habla Mil años de oración. De incomunicación insuperable.
Y otro detalle interesante: en chino parece imposible gritarse. La hija, para gritar al padre, tiene que cambiar al inglés.

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