25/2/08

Plaga final

Los franceses son muy divertidos. Hay que reconocerles que, incluso cuando hacen mediocridades, saben revestirlas de cierta grandeza inventando palabras. Pongamos por caso que en España se hace una mediocridad. Algo típico, cañí, supuestamente social, antisistema, alternativo. Por supuesto no hay quien lo venda fuera de nuestras fronteras porque, de hecho, aquí ya resultó batante intragable, la crítica lo puso de vuelta y media y el público ni siquiera se interesó.
Los franceses se inventan una palabra, chovinismo, que en francés suena muy bien, chauvinisme, y tan contentos. Plaga final es un polar. Otra palabra genial para decir que están haciendo una película policiaca, pero a la francesa. En este caso es un polar chauviniste. Obviamente, fuera de Francia, resulta tan indigesta como un atracón de bollos preñaos. Pero como lo bautizan con esas palabras, parece algo sofisticado, intelectualoide. Además, claro, está la tradición del inspector Maigret, con apenas acción, gris, desarrollándose en lugares cutres y descarnados, con un fondo de pesimismo existencial que no te quitas ni con lija.
Así las cosas, uno siente la tentación de pensar que su cerebro no está a la altura de lo que le han contado, la tentación de decir que es un peliculón que uno no ha entendido, la tentación de afirmar que es una película inteligente, superior, bien informada, culta.
Si la ves, no caigas en la tentación. Di, claramente, que se hace más larga que una semana sin pan, aburrida, pesada. Y eso que a mí me me atrajo, en algunos momentos, porque soy un fan de la peste negra que se ha empollado el año 1348 y sus consecuencias con cierta profundidad. Al resto del personal, supongo que le resultará, directamente, insufrible.
¡Qué tostón!

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