23/1/08

Los crímenes de Oxford

Es un buen ejemplo de lo que les pasa a los relativistas. Cuando han llegado a la conclusión absoluta (la verdad no existe) están afirmando una verdad. Y entonces tienen que complicarlo todo, cambiar el significado de las palabras e introducir comparaciones para convencernos de lo imposible. Cuando un relativista te ponga un ejemplo comparativo córtale de inmediato.
Álex de la Iglesia se defiende bastante bien con este argumento deliberadamente confuso. De hecho es meritorio que, al final, todo resulte comprensible. El guión relativista quiere que no sepamos si hay un asesino, dos, tres o cuatro. Lo cierto es que hay dos. Lo demás es palabrería.
Parte de la palabrería va encaminada a decirnos que, dada una serie lógica, el siguiente término puede ser casi cualquier cosa. Todo depende del razonamiento. Y si lo miras desde la otra parte de la palabrería entonces hablamos de teoría del caos (la mariposa, la tormenta, Japón y todo eso).
Bueno, pues incluso lo he aceptado como ejercicio de estilo. Pero de verdad que no hacía falta tanto retorcimiento, ni tanta rareza.
Estoy pegándome con la secuencia estilo Jean-Pierre Jeunet que incluso viene presentada por Dominique Pinon. No sé si es una estupenda ocurrencia o algo absolutamente superfluo.
De todas formas, en un par de semanas, es probable que tenga que hacer esfuerzos hasta para recordar el título.

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