30/1/07

Dreamgirls

La verdad es que está muy bien todo ese reparto con Jamie Foxx, Beyoncé Knowles, Eddie Murphy y Danny Glover. Y, pese a todo, quedan eclipsados por una absoluta desconocida, una Jennifer Hudson que, cada vez que aparece, se come la pantalla a bocados con su voz y su energía.
Tenía una candidata firme (donde digo firme puede leerse favorita) para ganar el Oscar como mejor actriz secundaria: Abigail Breslin, la chavalina de Pequeña Miss Sunshine. Pero después de ver al huracán Hudson ya tengo mis dudas.

25/1/07

Bobby

Bobby es una buena película que podría haber llegado a muy buena de no ser por su tono panfletario. Ésta es una de esas ocasiones en que la pasión por algo o alguien te hace perder la perspectiva y arruina un buen trabajo.
Hay historias muy logradas. La escena de peluquería con Sharon Stone y Demi Moore. Nunca había conseguido Demi Moore transmitir tanta intensidad como en los breves momentos en que aparece.
Hay historias interesantes como la de Freddy Rodríguez y Laurence Fishburne. Quizá un poquito forzada pero con un fondo melodramático encantador.
Hay alguna historia patética como la de Ashton Kutcher y los dos propagandistas ciegos de LSD.
En conjunto la cosa habría salido mucho mejor parada de no ser porque Emilio Estévez cree que Bobby era un nuevo mesías que iba a arreglar los problemas del mundo entero. Ese idealismo con que lo evoca roza lo inconcebible. El larguísimo discurso final, a un espectador sensato, le suena a demagogia política y le entorpece la visión de las imágenes. Está claro que Emilio Estévez flipa con ello. Alguien debería decirle que Bobby sólo era un Kennedy y recomendarle que se lea Estados Unidos: la historia de Paul Johnson.
Otra cosa es que ahí están Sharon Stone, Demi Moore, William H. Macy, Lindsay Lohan, Elijah Wood, Laurence Fishburne, Anthony Hopkins, Helen Hunt y Heather Graham. Y, claro, sólo por eso, la película merece una oportunidad.

21/1/07

Apocalypto

Ignoro qué pretendía transmitir Mel Gibson con esta película. Si lo único que quería demostrar era la degeneración de los mayas, entonces sí, lo ha conseguido plenamente. Y como dirige muy bien, te sientes esclavizado, humillado, tragas arenas movedizas, intoxicas tus pulmones con cal, vomitas sangre, sudas, te embarras, corres, corres, matas, corres más sobre cadáveres, arrancas corazones, comes testículos de animales, escupes comida, amputas miembros, cortas cabezas, echas a rodar cuerpos por las escaleras e incluso puedes parir un niño debajo del agua. A un ritmo de vértigo y con incuestionables dotes cinematográficas.
Mientras observaba ese chorro de sangre que manaba de la sien a impulsos de los latidos del corazón, mientras veía cómo el enemigo se desangraba al ritmo de su pulso, pensaba que Tarantino es un tío sobrio y moderado y equilibrado y que tiene todavía mucho que aprender acerca de la violencia, crueldad y abismos de maldad a los que puede llegar un ser humano. Algunos detestan a Tarantino porque frivoliza la violencia. Quizá tienen razón pero es discutible. Lo que tengo claro es que Mel Gibson me dejó mal cuerpo con la salvajada de Apocalypto.
Qué bestia.

19/1/07

Avalon

El otro día hablaron por la televisión de la formación de la Selección Nacional de Videojuegos. Pensé primero que era una broma y, después, que no podía ir en serio del todo. Pues sí iba en serio. Allí estaban los seleccionados de encallecidos dedos.
Y, por tanto, me acordé de la película Avalon. Avalon es un juego de realidad virtual con ciertos riesgos (puede producirte la muerte cerebral) y, de hecho, los hospitales abundan en pacientes en estado de shock permanente. Hay manifas y pancartas pidiendo que alguien pare eso por favor. Pero a los jugadores expertos les pagan y les pagan bien. Porque atraen a más gente, porque se ha convertido en un negocio. El defecto notable de la película es el defecto común a todo el cyber-punk: no saben cómo acabar y acaban por derribo. Pero logró sorprenderme cuando Ash, la protagonista, pasa de la Clase A a la Clase Real.
Consideré posibles muchas de las cosas que contaba la película. Pero no pensé que pagar a la gente por jugar ocurriría tan pronto.

17/1/07

Más fe

También me flipa la fe en la magia, claro. Entrar en una libería y comprobar que el número de estanterías dedicadas al esoterismo es mucho mayor que el dedicado a cualquier otra sección, me pone los pelos de punta.
De esa excelente película que es El truco final se podrían destacar un montón de cosas: algunos preciosos momentos de planificación, el tema de la obsesión y la maldad, el montaje...
Es conocida la sentencia de que todo invento científico parece en un inicio magia.
Me gustó esa escena en que un mago dice utilizar la ciencia, asegura que en realidad no es magia, algunos lo interpretan como verdadera magia y, en realidad, es sólo fantasía. (Quizá algún físico me hable de universos paralelos pero, hoy por hoy, es fantasía). Me gusta porque cada uno cree lo que quiere creer: el mago, el científico, el promotor, los espectadores que asisten al espectáculo y los verdaderos espectadores que somos nosotros.

16/1/07

Cube

Si hay algo en este mundo que me sorprende hasta la conmoción es la fe de los hombres en la ciencia. Los hombres siempre hemos tenido fe en muchas cosas: en Isis, en la filosofía de Platón, en el Imperio Romano, en la Revolución Francesa, en el mayo del 68... Y todas esas cosas las hemos ido dejando atrás a medida que nos dábamos cuenta de lo estúpidas que eran nuestras creencias.
Sin embargo, la fe en la ciencia sobrevive a todos los reveses. La gente sigue creyendo en ella. Sabemos que no podemos creer en la relatividad ni en la cuántica pero no importa. Como sirven para ciertas cosas las consideramos como verdaderas. La gente tiene fe en la informática pese a las muchas veces que los ordenadores se nos cuelgan o pese a que el ancho de banda nunca es el que debería ser.
Me gusta Cube porque pone patas arriba una de las supuestas verdades científicas más sobrevaloradas: la supervivencia del más fuerte. Darwin, sin prueba científica alguna, sin una argumentación racional, con unos alucinantes saltos lógicos, propugnó la supervivencia del más fuerte. Y, ya de paso, asentó la idea de que la evolución se producía a partir de esos supervivientes. Hay mucha gente que sigue creyendo que eso es una verdad científica.
No voy a decir que Cube es ciencia (por suerte, es mucho más que eso) y ni siquiera que sea una profecía. De hecho creo que es una fábula del pasado. Es el planteamiento de una hipótesis, una teoría, un cuento. Lo mismo que Darwin. Sólo que Vicenzo Natali llega a la conclusión contraria de Darwin: sólo los débiles sobreviven.
Porque los fuertes les ayudan.

13/1/07

Milo Ventimiglia

Fue una sorpresa encontrármelo como hijo de Rocky Balboa. Dejé volar la imaginación. Supuse que a Rocky le meterían una paliza sobresaliente y su hijo, en realidad el Peter Petrelli de Héroes, adquiriría los poderes de su padre, subiría al ring y acabaría con el mastuerzo que estaba enfrente. Mi guión tendría algunas ventajas más: podría convertirse en un spin off en Héroes e iniciar una nueva serie, podría ser un capítulo tangencial o ser usado como guiño en algún momento de la historia. Habría sido increíble, sí. Pero también lo es todo Rocky Balboa lo mires por donde lo mires.
Y pese a que es increíble y blandito y, en ocasiones, hasta bochornoso, no me aburrí. Porque uno va a ver Rocky Balboa como quien va a escuchar las batallitas del abuelo. Y acaba por hacerte gracia ese poquito de autobiográfico, ese bastante de autorreferencial y ese mucho de nostálgico.
Aceptas ver a ese chaval (60 años) boxeando y no te crees ni uno solo de los golpes que se dan. Pero Stallone, se piense lo que se piense de él como actor, nos ha dejado al menos dos iconos: el propio Rocky y Rambo. Ya les gustaría a muchos.
No me desagradó asistir al homenaje que el tío se montó en su propio honor. Lo hizo con elegancia.
Y Milo Ventimiglia, alias Rocky Jr., alias Peter Petrelli, seguía haciendo el papel de pringao de la familia.

10/1/07

Hoy hay mucha gente (aburrida) en Versalles

María Antonieta es Lost in translation. Y ése es un problema. María Antonieta y Lost in translation son Sofia Coppola. Y ése es otro problema. Es la biografía de la niña pija, la niña de papá, la niña que lo tiene todo y, sin embargo, se siente sola. Es la chica que vive en el lujo de Versalles y lee a Rousseau porque le encantaría llevar una vida sencilla (le encanta pensarlo, en el fondo no es verdad que lo quiera). Por supuesto, la culpa de su aburrimiento no lo tiene ella. No está de moda culparse de los propios defectos.
En el caso de Sofia Coppola la culpa (tanto en Lost in translation como en María Antonieta) la tienen los maridos, todos ellos tan sositos. Eso sí, mira que son majos esos otros hombres que se le ponen a tiro.
Sofia Coppola es muy buena creando imágenes, cuidando la puesta en escena, ajustando la música. Por eso, en vez de darse vueltas a sí misma, debería leer algún guión no escrito por ella. Podría llegar a hacer una buena película.

5/1/07

Ella es el chico

Me dijo P. que debía ver Ella es el chico. Observé póster, fotos y resumen. No vi ninguna necesidad de gastar retina en ello. Tiempo después me preguntó si ya había visto la película. Sin lamentaciones, incluso con cierto orgullo intelectualoide, le dije que no. No tenía muy claro en qué género exacto debía enmarcarse aquella película: desmadre, adolescentes hormonados, comedia de instituto… La apariencia era la de un cruce entre American Pie, Quiero ser como Beckam y Devuélveme mi suerte. Pese a todo, por la insistencia, la vi. Bien, no encontré las virtudes que mi amigo vio a la cosa pero debo reconocer que me gustó de modo adecuado. Con el fondo descerebrado notablemente atenuado, tiene algunas ideas ocurrentes y unos cuantos gags divertidos. Y es que alguien tuvo la brillante idea de utilizar la trama de Noche de Reyes de Shakespeare y trasladar la acción a un instituto inglés. No habría estado mal readaptar también los diálogos pero imagino que a los productores les entró miedo de excederse en la culturización del ganado quinceañero.
Y otro detalle a tener en cuenta: la atención que se ha puesto en la gestualidad. Amanda Bynes, en su transformación, se ve obligada a modificar todo un repertorio de actitudes, comportamientos, jergas y posturitas que, al menos a mí, me hicieron pensar en lo distintos que somos hombres y mujeres incluso en el modo externo de expresarnos.