2/7/07

Timadores

Primero fue Ocean's Thirteen. Película americana de filosofía americana. Alegre, trivial, desenfadada. Lo que importa es que el espectador se lo pase bien.
A la siguiente semana Un engaño de lujo. Película francesa de filosofía francesa. Romanticismo, amor, frivolidad. Lo que importa es que el chico y la chica acaben juntos.
Esta semana Ladrones. Película española de filosfía española. Crítica, sociológica, triste. Lo que importa es que acabe mal.
Con todo lo flojita que es Ocean's Thirteen supongo que me entiendes si la prefiero a las otras.
Un engaño de lujo es tan ligera que es insustancial. A las dos horas de salir del cine ya es difícil tratar de recordar la estructura de la historia.
Después de un siglo de cine, los directores españoles aún no han entendido lo de la fábrica de sueños. Ladrones me parece una de las mejores películas españolas del año. El problema es que me está contando lo de siempre. Desde que aparecen los dos macarras del metro me la supe de memoria. Y con un final demasiado semejante a Collateral. La genialidad de Mia Sarah es que, sorprendentemente, acababa bien. Nadie se lo esperaba.
¿Por qué el público no va a ver cine español? Porque siempre es triste. Y eso no lo arreglan inyecciones de dinero, leyes ni palmaditas en la espalda.

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